Compañías como Hewlett Packard Enterprise, Oracle o Tesla abandonan la meca de la tecnología en busca de mayor calidad de vida para sus empleados e impuestos más bajos.

La flexibilidad laboral que ha impuesto la pandemia ha hecho que muchos trabajadores abandonen sus residencias habituales en los grandes hubs tecnológicos estadounidenses (San Francisco, Boston, Nueva York…) para trasladarse a otras ciudades con mejor calidad de vida.

Este éxodo de empleados ha dejado a las grandes empresas de tecnología con enormes y costosas oficinas, a menudo en localizaciones privilegiadas con rentas muy elevadas, completamente vacías y, sobre todo, con la incógnita de si volverán a estar ocupadas. De ahí que cada vez sean más las corporaciones que optan por mover sus sedes a otras localizaciones más económicas.

«Hemos escuchado a los miembros de nuestro equipo, quienes nos han dicho que quieren pasar menos tiempo en un lugar de trabajo físico», dijo Antonio Neri, presidente y CEO de Hewlett Packard Enterprise a principios de diciembre, cuando anunció el traslado de la histórica empresa de Silicon Valley. «Y en respuesta a este nuevo futuro del trabajo hemos revaluado nuestra estrategia inmobiliaria», agregó.

Otro que ha anunciado en los últimos días su intención de mudarse es Oracle. Después de más de cuarenta años instalado en Silicon Valley, el gigante del software que fundó Larry Ellison en 1977 anunció la semana pasada que trasladará su sede de Redwood City a la localidad tejana de Austin, un incipiente polo tecnológico en el sur del país.

Unos días antes  Elon Musk, el fundador de Tesla y SpaceX, anunció que se había mudado a Texas, y apenas diez días después de que Hewlett Packard Enterprise dijera que trasladaría su sede a Houston.