Los trabajadores de Alitalia decidieron rechazar el plan de reestructuración que habían acordado los sindicatos y la empresa. La compañía pierde 700 millones de euros por año, lo que equivale a 2 millones de euros por día, una situación a todas luces inviable.
El primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, había advertido, hace unos días, que la situación era grave y que sin no se alcanzaba un acuerdo, Alitalia podía morir. «Sé muy bien que a los empleados se les piden sacrificios, pero sé que sin un acuerdo sobre el nuevo plan industrial Alitalia no podrá sobrevivir», había dicho, en vísperas del referéndum interno
El 65,7% de los empleados votaron en contra de la propuesta de la empresa que suponía el despido de 1.000 trabajadores (sobre una plantilla de 12.000), una reducción de sueldos de hasta 20% y una reformulación del negocio para encaminar el modelo hacia uno más parecido al de las compañías low cost.
Alitalia es propiedad en un 51% de socios italianos, principalmente los bancos UniCredit e Intesa Sanpaolo, y en un 49% de la aerolínea emiratí Etihad Airways que compró acciones en 2014 cuando la compañía italiana estaba al borde de otra quiebra.
La primera gran crisis financiera de la compañía de bandera italiana sucedió en 2008 luego de varios inconvenientes económicos que costaron unos € 4.000 millones. La aerolínea se fusionó con Air One y en 2009 volvió a operar, esta vez como una empresa privada.
“Tiene muchas posibilidades de irse a la quiebra. Tiene costes industriales más elevados que las low cost y no puede competir en corto recorrido con ellas. Sin embargo, es demasiado pequeña para intercontinental y tampoco compite bien ahí. No es ni carne ni pescado”, señaló Andrea Giuricin, profesor de Economía del Transporte de la Universidad Bicocca de Milán.